El valle de Atxondo, siempre verdísimo, espera callado a los visitantes. Alguien mira hacia la cumbre del monte Anboto: la puntiaguda cima que corona sus 1331 metros de altura prácticamente se oculta tras las nubes blancas y espesas como masa de pan. “Eso es que Mari está en su cueva”.
En un lugar así, dominado por las suaves curvas de un valle de cuento, rematado por centenarios caseríos de piedra y sus manzanos de frutos tan rojos, encapsulado en un silencio sin tiempo, roto por el mugir de las vacas, es fácil creer en la magia. Sí: Mari, la diosa vasca de la madre Tierra, de los ríos y los meteoros, debe estar en su morada, pues eso es lo que simbolizan las nubes sobre la cumbre del monte.
Uno puede acercarse a la cueva para visitarla; dirigirse a la impresionante pared vertical de la cara este de Anboto, subir los 1.200 metros que la separan del suelo, introducirse en la sima a través del corredor en el que algunos creen ver su rostro. Se puede hablar con ella, pedirle algo, siempre tuteándola, no sentándose nunca -esas son las reglas-.
Para que el deseo se cumpla, se debe salir de la cueva de la misma forma en que se entró y beber después del chorretón de agua, apenas unas gotas en verano, que cae al lado de la entrada a este milenario lugar de culto. Luego, conviene extender la mirada al horizonte para disfrutar de la hermosura hechicera, pero bien real, del Parque Natural de Urkiola.
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No hay que irse tan lejos, sin embargo, para disfrutar de la belleza del valle; es posible sumergirse por completo en ella durante los cinco kilómetros que recorren el antiguo camino del ferrocarril de Arrazola, y que discurren en un delicioso camino vegetal paralelo al río del mismo nombre.
Caminando por este sendero sencillo es posible sentir la sutil presencia de lassorginak, las brujas vascas, asistentes de Mari. Pero también de sumirse en la historia del lugar a través de los muchos baserris antiguos, esos caseríos de los que sale una vecina a darle de comer a las gallinas, un vecino a vender el pan que amasa dentro, a la forma tradicional. La panorámica nos muestra, incluso, el baserri Urrutia, que con su estructura del siglo XVI, se erige como uno de los más antiguos de toda Bizkaia.